Después, ya de noche, recorrían la costa en coche, a toda velocidad. Cuando superaban el desfiladero, pasado el mirador de la Amatista, y surgía espectacular entre los cerros el valle de Rodalquilar, Julián apagaba las luces y subía al máximo el volumen de la música. Sus voces desafinadas y ebrias acompañaban la música de Nirvana, Come as you are o Lola, de The kinks, o Miss you y Brown Sugar, de los Rolling.
-¡Dios, me acuerdo de mi padre cuando oigo esa canción! Su riff sonaba mejor que el del jodido Richards.
Escuchaban al Bowie de Young americans, la canción que Leonardo el Grande escuchaba y cantaba por los días en que se despidió de su hijo, el verano en que murió. «Podría ser una canción de Elvis», decía.
Fragmente de «La canción de Brenda Lee»
Miguel Ángel Muñoz
Editorial Menoscuarto.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.