
Tomi Sánchez decidió un día, siendo todavía joven, que le quedaban treinta años de vida. Esa clara conciencia existencial, y su negativa a que vivir se le hiciera un camino por el vacío, lo animó a reunir treinta monedas, una por cada año restante, y a meterlas en una caja. Cada cumpleaños sacaba una y observaba gráficamente los años por vivir. Pero un día desaparecieron las monedas: su hijo mayor se las había birlado para contribuir a una fiesta de amigos en la que habían contratado a una estríper.
Así es la vida de Tomi Sánchez, que Javier Sáez de Ibarra narra en su primera novela: con intenciones estoicas y resultados grotescos; desperdiciada pero llena de ilusiones románticas inconcretas; precaria a pesar de sus sueños, porque el mundo se ha vuelto precario, sin consistencia, embarrado, una pradera en la que nos enfangamos; corta, una vida corta y desnortada, porque en la sociedad en la que Tomi vive no hay futuro ni norte.
«Vida económica de Tomi Sánchez» coloca el sentido de la vida alucinada de su protagonista bajo el influjo de un sistema económico neoliberal que lo ha colonizado todo, tanto lo que vivimos como lo que soñamos. El sistema neoliberal o su evolución perfeccionada, puesto que esta novela, de perspectivas cambiantes y narradores deconstruidos y luego reconstruidos a partir del primer centenar de páginas, escenifica una sutil distopía. Muchos de los capítulos de la última parte de la novela podrían entenderse como escenarios posibles de esos mundos alternativos en los que Tomi Sánchez ha sufrido sus muchos empleos precarios, sus varios amores fracasados, sus numerosos hijos con los que no se entiende, su desesperada y algo atónita búsqueda de refugio revitalizador en el catolicismo. En esos panoramas distópicos de apariencia hiperrealista hay ecos de una guerra de trincheras que ahora disputan las mujeres, el nanogrosor de las páginas permite que un libro de cinco mil páginas quepa en la palma de la mano —libros encogidos, libros que desaparecen—, hay ratios de 48 alumnos por aula y las calles se llaman, por ejemplo, «45 por año», en recuerdo de lo que se llegó a pagar a un trabajador despedido, demasiado tiempo antes.
Odisea de lo pequeño, como Tomi es un Ulises de lo precario, un aventurero de un mundo gris sin aventuras, que quizás es el nuestro o un infierno soñado, donde solo cabe el delirio en vivo de lo kafkiano, de la sátira y lo arrabalesco, pero en el que sobrevive, y es lo más nítido y emocionante, el afecto que despierta este Tomi Sánchez, un hombre sin atributos, tan parecido a tantos, que pasa por el mundo detrás de una formulación afectuosa de la palabra «dignidad», esquiva, borrada ya de todos los muros.
Vida económica de Tomi Sánchez / Javier Sáez de Ibarra / Editorial La Navaja Suiza